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¿Qué es "Ver con Fe"?
Ir al cine es un pasatiempo contemporáneo. Pero es
mucho más que eso: ir al cine es participar de un gran medio transmisor de la
cultura actual, de la postmodernidad. Tal vez sea uno de los medios culturales
que aparentemente exige menos del espectador, ya que con las tecnologías de la
era digital se es envuelto por completo en la trama de la película: pantalla
gigante y sonido tridimensional hacen de la visión fílmica toda una
experiencia personal y a la vez comunitaria.
Sí. Ir al cine es una experiencia personal, porque el espectador
contrasta tanto los valores como la ficción percibida en la película
con aquellos valores vividos en su propia realidad. Éste es un contraste
realizado ya sea de manera consciente o inconsciente. Claro está, una comparación
de este tipo hecha de manera consciente tiene la ventaja de asimilar o rechazar
con cierta libertad personal los valores presentes en la película. Por
otra parte, si se realiza este proceso a nivel del inconsciente, el resultado
puede ser la interiorización de patrones pertenecientes a intereses muy
distintos al del espectador. De ahí la importancia de una educación en
la visión de las películas.
Decíamos que ir al cine es también una experiencia social o
comunitaria. Creo que todos somos constructores y testigos en alguna medida de
esa afirmación. Normalmente se va al cine en grupo, se asiste a la película la
cual ha sido elegida por todos (o al menos la mayoría), luego se comenta, se
hace referencia a alguna escena, frase o efecto... Este compartir y las
dimensiones de la sala son la mayor diferencia entre ver una película en el
cine y ver una película en televisión. Pero la realidad cultural
del cine no viene dada únicamente por la asistencia o no del espectador en
grupo; de una u otra forma, el individuo se encuentra rodeado por otros pares en
la sala cinematográfica. El cine es reflejo de una serie de características
culturales de la época en la cual se realiza la película, entremezcladas con
la visión del director, de los actores, productores y la realidad que se busca
reflejar en el celuloide. Economía, política, ideología, religión, psicología
y cultura convergen en una complicada sucesión de imágenes y sonidos que dan
vida a la imaginación individual y colectiva. ¿Quién que haya crecido con la
saga de “Star Wars” puede negar la influencia que tuvo en su infancia
o adolescencia la figura de la princesa Leia, o el mercenario Han Solo, o la
lucha entre el bien y el mal de Luke Skywalker, o simplemente la relación robótica
de C3PO y R2D2? La primera trilogía, simple en su temática (la pelea dual
entre el bien y el mal) pero rica en tecnología, desplegó todo un mundo
comercial y reforzó aspectos políticos, religiosos y culturales presentes en
un tipo de cultura postmoderna.
Por otra parte, el cine posee todo un lenguaje interno aparentemente
sencillo pero al adentrarse en él, lo hacen un arte de gran complejidad. Basta
pensar en la influencia que tienen la iluminación y cómo ella colabora a
transmitir el mensaje; los símbolos, gestos y metáforas con las que juegan los
directores para reclamar en la memoria colectiva experiencias fundamentales; la
disposición en la escena; los movimientos de la cámara y los juegos inherentes
a ella (filtros, lentes, enfoques...); la música que acompaña la imagen; los
diálogos; la calidad del sonido; la edición; los aspectos de producción...
Como bien lo afirmaba Jodie Foster en una entrevista
reciente a E! Television: “Estar detrás de las cámaras implica
estar pendiente de una gran cantidad de cosas al mismo tiempo”. Y para leer
toda una película no podemos caer en la trampa de buscar lo sencillo en ella;
ya lo afirmaba Christian Metz: “un arte fácil, el cine, está en peligro
constante de ser víctima del facilismo. Una película es difícil de explicar
porque es fácil de entender”[1].
No es el objeto de este web site entremezclarnos con esos aspectos
técnicos que están más allá de nuestra comprensión. Eso lo dejamos para los
críticos expertos que se dedican a ello. Acogemos el llamado hecho
recientemente por el Cardenal Poupard en el Congreso «Los diez mandamientos en
la cultura cinematográfica del tercer milenio», quien al referirse a la
dimensión espiritual que se puede encontrar en el cine, afirmó: “nuestra
obligación consiste en iluminar y alimentar esta huella de sentido”[2]. Como cristianos atentos a
la voz del Concilio Vaticano II, debemos buscar las semillas del Evangelio
presentes en la cultura actual para utilizarlas en bien de la misma humanidad.
La ardua tarea que nos hemos propuesto para las presentes páginas, ha
sido ver algunas películas con los ojos de la fe, tratando de no caer en
la tentación del extremismo que demoniza o transforma en angelical a la
realidad objetiva. Por eso se ha buscado hacer una síntesis bien ponderada
entre la espiritualidad presente en el film, la del director, la visión del
mundo que presenta la película y aquélla presente en quien ve el film (es
decir, el autor de estas páginas). No se puede dejar de lado ese aspecto
subjetivo tan importante en toda crítica, afectado por experiencias y visiones
propias del mundo; sin embargo, se ha procurado estar en un marco
suficientemente objetivo que permita el diálogo entre la película misma y la
teología.
Para trabajar cada película, se hará referencia a algunos símbolos y
recursos cinematográficos que evidencien el sentido espiritual impreso por el
director en la obra. Por ello es necesario hacer una advertencia: los artículos
presentados sobre cada película deben ser leídos después de ver el film y,
una vez iluminados por ellos, se puede volver a ver la película para contrastar
con aquello aquí afirmado. Como la intención de este web site es su aprovechamiento en talleres, clases de formación religiosa y otros lugares afines, luego de presentar cada película se deja una guía para utilizar el film en grupo. Por otra parte, es importante aprovechar los medios que la técnica brinda hoy en día, por eso se agradece cualquier comentario que se pueda hacer sobre la obra, de manera que tanto éste como los volúmenes siguientes sean mejorados; puede hacer llegar sus observaciones a mi correo electrónico y con gusto podremos dialogar al respecto.
Espero que estas páginas sean un verdadero aporte
para la Nueva Evangelización y la unión cultura y fe que tanto necesitamos en
el tercer milenio. Néstor A. Briceño L, SDS
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