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Los
nuevos fariseos Les dijo Jesús: “En verdad, los publicanos y las prostitutas les preceden a ustedes en el Reino de los Cielos. Porque Juan vino para indicarles el camino del bien y ustedes no le creyeron, mientras que los publicanos y las prostitutas le creyeron; ustedes fueron testigos, pero ni con esto se arrepintieron y le creyeron”. Mt 21,31b-32 Ficha Técnica: Película:
¡Salvados!
– Saved! (2004) Dirigida por: Brian Dannelly Actores: Jena Malone, Mandy Moore, Macaulay Culkin, Patrick Fugit, Eva Amurri. Estudios:
Red Bull Productions – Infinity International Entertainment – James Forsyth
Casting Inc. – Single Cell Pictures – United Artists. Duración: 92’ Censura: Por los temas que trata está dirigida hacia jóvenes adolescentes, pero es importante que estén acompañados por adultos con quienes la puedan comentar. Valoración: Una comedia muy norteamericana, sin embargo, más allá del humor tiene mucho fondo que ayuda a profundizar en la experiencia de la fe. Breve
Comentario: La
adolescencia es la etapa más maleable en cuanto al aspecto de fe. Este es un
momento de la vida en el cual se comienza a descubrir al Trascendente, buscando
constantemente un sentido más profundo a la existencia terrenal. También es el
período en el cual se va conformando la personalidad espiritual, es decir, se
absorben los valores que fundamentan la propia fe los cuales se irán
consolidando a lo largo de la vida. De
ahí la importancia de una coherencia en quienes guían espiritualmente a los jóvenes.
En la película comentada en esta ocasión, encontramos que el guía espiritual,
el pastor Skip, no vive realmente por valores sino por las apariencias: su vida
familiar es una farsa y está buscando escapar de ella; en la oración a la que
induce a sus alumnos fácilmente le engañan; y no es capaz de hablar con
naturalidad del aspecto moral sexual de manera tal que en lugar de crear un tabú,
se forme a los jóvenes. Por
eso no es de extrañar que la religión vivida por los miembros de la escuela
cristiana presentada en el film, vivan para las apariencias. De hecho, lo más cool
para los adolescentes de esa escuela es formar parte del movimiento Joyas
Cristianas. Así nos topamos con dos jóvenes miembros de ese movimiento,
ambas bastantes fanáticas, pero la mayor preocupación de una de ellas
–Hillary Faye, a quien más de una vez la nombran como Hillary “Fake” que
en inglés quiere decir “falsa”– será ser la chica modelo para todos los
demás, mientras que la otra, Mary, buscará realmente a Cristo. Como
en toda experiencia fanática, comienzan a surgir señales milagrosas,
producidas realmente por el subconsciente imaginario de Mary. Sin ningún
discernimiento mas que aquél producido por la suma de coincidencias entendidas
desde el interés de la intérprete, Mary comienza con el dilema si para salvar
a su novio debe perder su virginidad o no. En la conciencia juvenil, casi
infantil, de Mary no hay capacidad objetiva para distinguir el bien del mal,
pues para un tipo de fanático es más importante lo que se siente que la razón
de la fe. En
Hillary Faye encontramos otra clase de fanatismo: la defensa a ultranza de la
ley por la ley, incluso hasta llegar a violarla para hacerla cumplir. Para este
tipo de personas, la misericordia no existe y Dios se convierte en un juez
intransigente para quien no existen “zonas grises”. De ahí surge una falsa
alegría, un deseo incontrolable de liderar y dominar para lograr los propios
bienes y la manipulación de lo religioso. ¿Dónde
se nos muestra la verdadera salvación? En aquellos que superan su propia
dificultad y se dan a los demás para acogerles y defenderles en el momento de
injusticia. Roland, Patrick y Cassandra –el hermano en silla de ruedas de
Hillary Faye, el hijo patinatero del pastor y una judía rebelde– resultan ser
quienes viven una verdadera solidaridad basada en los valores evangélicos del
perdón, la aceptación de lo diferente y la búsqueda de la persona por encima
de sus hechos. Ellos son capaces de enfrentar los problemas y darle soluciones
valederas, a diferencia de los fariseos escolares que para tranquilizar sus
conciencias resaltaban las dificultades de los demás dejándoles en ridículo
en sus momentos de oración, o enviándoles a casas de reposo donde no se
solucionaban sus problemas pero sí se acallaban. Este aspecto es una dura crítica
a una sociedad que no busca la raíz del mal sino que se conforma con excluir a
quienes le sufren. Definitivamente,
Saved!, es una película muy buena, aunque también es exageradamente
norteamericana. Vale la pena verla con el grupo juvenil o con los amigos de la
iglesia, para entender la importancia de la apertura de corazón, de mente y de
espíritu. Néstor A. Briceño L, SDS
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